Según una estimación de la OMS, el 4,4% de la población mundial sufre trastornos depresivos. En Austria, esta cifra es aún mayor. Alrededor de 400.000 austriacos (el 5,1% de la población) padecen regularmente síntomas depresivos. Así, los trastornos depresivos se encuentran entre los más extendidos.
En tiempos como estos, en los que nuestra vida cotidiana está fuertemente determinada por el coronavirus, se hace cada vez más difícil para la sociedad seguir sus hábitos. Los aficionados al deporte van al estadio, los buitres de la cultura al teatro y los fiesteros a la discoteca. Todas esas actividades que muchos de nosotros realizamos como equilibrio de nuestra vida cotidiana se están viendo gravemente limitadas por las medidas necesarias para contener Covid-19.
Pero ahora, ¿qué pasa si se elimina ese equilibrio? No hace falta ser licenciado en psicología para darse cuenta de que la nueva rutina diaria provocada por Corona pasa factura a la psique humana. Destacan las normas de cuarentena y las restricciones al contacto social. Que el hombre es un ser social ya lo reconoció Aristóteles en sus investigaciones sobre filosofía y política.
Como demuestran ahora cada vez más estudios, las medidas Covid-19 intensifican los síntomas clásicos de la depresión: falta de impulso y alegría, trastornos alimentarios, síntomas de agotamiento, por nombrar sólo algunos. En el cerebro, los niveles de serotonina y norepinefrina disminuyen continuamente y aumenta la visión negativa de la vida. En consecuencia, la negatividad se centra cada vez más en las emociones.
Antecedentes de la depresión
También hay que tener en cuenta que una enfermedad depresiva suele producirse como resultado de varias circunstancias. Esas circunstancias pueden desglosarse a su vez en factores internos y externos. Las medidas de Corona pueden reducirse rápida y fácilmente a un factor externo. Acontecimientos especiales en la vida de la persona afectada, como una separación o la pérdida de un trabajo, también pueden desencadenar dicha enfermedad. Sin embargo, no siempre tiene que haber un desencadenante específico de la enfermedad. En algunos enfermos, la depresión es el resultado de un desequilibrio de varias sustancias mensajeras en el cerebro. Por lo tanto, la depresión puede afectar a cualquier persona, independientemente de su personalidad o entorno vital.
Todavía no se vislumbra un final previsible de la situación excepcional. La psique de la población mundial seguirá en tensión en un futuro próximo y se enfrentará a retos mentales. Sólo cabe esperar que los organismos de apoyo existentes y los nuevos sigan haciendo todo lo posible para que la población mundial supere la pandemia.
Si está afectado o sospecha que sufre una enfermedad depresiva, asegúrese de buscar ayuda. A continuación figuran los números de teléfono y las páginas web de diversos servicios de asesoramiento a los que pueden dirigirse los afectados.
DE:
Teléfono: 0800 / 11 10 111
Tel.: 0800 / 11 10 222
www.telefonseelsorge.de
E-Mail: telefonseelsorge@diakonie.de
AT:
Teléfono: 142
CH:
Teléfono: 143
Fuentes: