La meningitis suele diagnosticarse con la ayuda de una historia clínica detallada, una exploración física, una punción de líquido cefalorraquídeo, un análisis de sangre y diversos procedimientos de diagnóstico por imagen (por ejemplo, tomografía computarizada o resonancia magnética). Con la ayuda de una tomografía computarizada (TC), por ejemplo, pueden detectarse rápidamente complicaciones (como abscesos cerebrales) y, en caso necesario, tratarlas.
Durante una punción lumbar se extrae líquido cefalorraquídeo del canal medular del paciente mediante una cánula. Estas muestras pueden analizarse posteriormente para detectar diversos patógenos y signos de inflamación.
El análisis de sangre para la meningitis suele incluir un cultivo bacteriano, un hemograma completo, signos de inflamación, glucosa y posiblemente otros valores de laboratorio. En caso de meningitis bacteriana, el hemograma suele mostrar un aumento de los glóbulos blancos (leucocitosis) y un aumento de la proteína C reactiva (PCR). La determinación de procalcitonina puede ayudar a diferenciar entre meningitis bacteriana y vírica.
La meningitis bacteriana también puede provocar trastornos de la audición y el equilibrio, que pueden comprobarse mediante pruebas audiométricas de audición, potenciales evocados auditivos (audiometría de tronco cerebral, AEP) y pruebas de equilibrio.
Patógenos comunes
Los patógenos más comunes que causan meningitis bacteriana en adultos y niños son los neumococos y los meningococos. Los patógenos más raros son la listeria (< 5 %), los estafilococos (< 5 %) y las pseudomonas o enterobacterias gramnegativas. Debido a la elevada tasa de inmunización de los niños contra el H. influenzae, la meningitis por Haemophilus se ha vuelto mucho menos frecuente que en el pasado.
En los recién nacidos, alrededor del 70% de las meningitis están causadas por estreptococos del grupo B. Pueden producirse diversas infecciones mixtas con diferentes patógenos, sobre todo en pacientes con un sistema inmunitario débil (por ejemplo, VIH, leucemia, diversas inmunodeficiencias) o tras un traumatismo craneoencefálico abierto. Las esplenectomías conllevan un mayor riesgo de meningitis causada por neumococos, meningococos y H. influenzae.