Covid-19, la enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2, es una preocupación para la población mundial. Por ello, los investigadores de todo el mundo están trabajando en el desarrollo de una vacuna. La presión del tiempo es especialmente difícil en este caso. Nunca antes había sido necesario producir una vacuna eficaz y segura en tan poco tiempo y en tan grandes cantidades.
Desarrollos actuales
Como resultado, se han puesto en marcha más de 200 proyectos de vacunas en el espacio de un año. Las empresas y universidades de los países de habla alemana, Estados Unidos y Asia lideran el desarrollo. Se hace mucho hincapié en la cooperación. Los avances científicos y tecnológicos han permitido reducir considerablemente el tiempo necesario para el desarrollo de las vacunas. En el pasado, proyectos de esta magnitud tardaban hasta 20 años. Las nuevas tecnologías, un mayor nivel de conocimientos y mucha experiencia permiten un drástico ahorro de tiempo. Así lo confirman los resultados provisionales actuales, de los que informan repetidamente los respectivos equipos de investigación. Varios candidatos a vacunas se encuentran ya en la fase II o III de su desarrollo, lo que significa que se están realizando pruebas en grupos más grandes (50-10.000) de voluntarios. Aunque se han producido algunos contratiempos conocidos en el pasado, los responsables confían en que los primeros compuestos estén en el mercado a finales de este año o principios del próximo. Para cumplir este objetivo, las principales empresas farmacéuticas han anunciado que aumentarán considerablemente su capacidad de producción. Muchos fabricantes también han accedido a iniciar la producción en masa incluso antes de la aprobación de algunas candidatas a vacunas prometedoras, aun a riesgo de tener que volver a deshacerse de estos bienes. Gracias a estas medidas, las empresas Johnson & Johnson o Sanofi, por ejemplo, mantienen la perspectiva de producir mil millones de dosis de vacunas al año. En algunos casos, los preparados se venden incluso sin ánimo de lucro. Muchas empresas también han declarado su voluntad de que los productos fabricados estén disponibles en todo el mundo y no se centren únicamente en las naciones industriales occidentales.
Tres opciones
La mayoría de los proyectos tienen como objetivo desarrollar uno de los siguientes tres tipos de vacunas. El tipo más común es la llamada vacuna viva con virus vectoriales. En este caso, los virus inofensivos sirven de punto de partida. Estos virus tienen la capacidad de multiplicarse en el cuerpo humano sin causar ningún daño. El objetivo es modificar estos virus para que presenten proteínas de superficie del coronavirus en su cubierta exterior y simular así una infección por el SARS-CoV-2, lo que a su vez desencadena una reacción del sistema inmunitario del organismo. Otra opción es la vacuna contra los muertos. En este caso, se aplican proteínas virales seleccionadas o coronavirus muertos para desencadenar una respuesta inmunitaria. La tercera y más novedosa forma es la vacuna de ARN. En este caso, se proporciona una forma especial de ARN con un gen seleccionado del virus y se inyecta. Con ello se pretende inducir a las propias células del organismo a producir proteínas víricas inofensivas para provocar una respuesta inmunitaria. Una de las ventajas de este método sería la rapidísima producción en masa de ARN. Una desventaja es la falta de experiencia con este tipo de vacunación, ya que todavía no se ha puesto a disposición del público ninguna vacuna de esta forma.
No está claro cuándo estará disponible una vacuna contra el virus. Un total de 17 candidatos se encuentran ya en ensayos de fase III a gran escala, algunos de los cuales han recibido incluso aprobaciones tempranas para realizar pruebas adicionales. Así pues, estas perspectivas, junto con los esfuerzos mundiales para abordar este problema, son un motivo de esperanza.
Fuentes:
https://www.who.int/publications/m/item/draft-landscape-of-covid-19-candidate-vaccines