La terapia del síndrome de Parkinson se adapta individualmente a cada paciente en función de la evolución de la enfermedad y de los síntomas presentes. En función del grado de la enfermedad, se aplican y combinan tratamientos farmacológicos, fisioterapia, logopedia (entrenamiento del habla y la deglución) e intervenciones quirúrgicas.
Además, la elección de la terapia está muy influida por la edad del paciente. Asimismo, las circunstancias laborales y sociales influyen en la necesidad del paciente de Parkinson de combatir los síntomas en la medida de lo posible. Por lo tanto, es importante que los pacientes y sus familiares participen en el proceso de toma de decisiones sobre las terapias que deben llevarse a cabo.
Tratamiento farmacológico
Para evaluar adecuadamente la eficacia de un fármaco y evitar una sobredosis, el tratamiento del Parkinson implica cambiar la dosis sólo en pequeños incrementos. Existe un alto riesgo de sobredosis cuando se intenta suprimir todos los síntomas de la enfermedad con medicamentos.
Hasta el momento, no existe ninguna forma de terapia en la que se pueda evitar la muerte de las células productoras de dopamina en el cerebro. Por lo tanto, el enfoque actual del tratamiento consiste en compensar la falta de dopamina mediante una terapia farmacológica. Dado que la dopamina por sí misma -cuando se administra en forma de comprimido, por ejemplo- no puede penetrar en las zonas del cerebro afectadas por la enfermedad debido a la barrera hematoencefálica (barrera natural entre el torrente sanguíneo y el sistema nervioso central), se utilizan otras sustancias activas en la terapia:
- Levodopa: La levodopa (L-dopa) es una sustancia precursora de la dopamina que puede atravesar la barrera hematoencefálica para llegar a las zonas cerebrales afectadas. Allí, la L-dopa se convierte posteriormente en dopamina y, de este modo, compensa la falta de dopamina. Sin embargo, la L-dopa a veces se descompone en el torrente sanguíneo antes de llegar al cerebro, lo que hace que el fármaco pierda su eficacia.
Para evitar esta degradación prematura, la L-dopa se combina con otras sustancias activas. La levodopa puede provocar trastornos del movimiento tras varios años de tratamiento, por lo que se utiliza principalmente en pacientes de más de 70 años.
- Agonistas de la dopamina: Estos fármacos se utilizan con mayor frecuencia en pacientes con Parkinson menores de 70 años. Se trata de sustancias químicamente diferentes a la dopamina pero que tienen un efecto similar. Pueden atravesar fácilmente la barrera hematoencefálica y unirse a los mismos receptores de las células nerviosas que la dopamina. A diferencia de la L-dopa, hay menos riesgo de desarrollar trastornos del movimiento con el tiempo. Sin embargo, los agonistas de la dopamina son menos eficaces.
- Inhibidores de la MAO-B: Estos fármacos aumentan la cantidad de dopamina en el cerebro al inhibir su descomposición. Normalmente, después de que la dopamina se une a su receptor, es descompuesta por la enzima MAO-B (monoamino oxidasa-B). Los inhibidores de la MAO-B -como la rasagilina o la selegilina- inhiben ahora esta enzima, aumentando la concentración de dopamina. Sin embargo, los inhibidores de la MAO-B son menos eficaces que la levodopa y que la mayoría de los agonistas de la dopamina.
- Antagonistas del NMDA: Los antagonistas del NMDA (antagonistas del N-metil-D-aspartato) son fármacos que bloquean la acción del neurotransmisor glutamato en el cerebro. Dado que el bloqueo del efecto del glutamato mejora la eficacia de la dopamina, la deficiencia de ésta puede compensarse en cierta medida de esta manera. Los antagonistas del NMDA pueden utilizarse en combinación con otros medicamentos para ayudar a tratar la enfermedad de Parkinson. El principal ingrediente activo se llama amantadina.
- Inhibidores de la COMT: la COMT (catecol-O-metiltransferasa) es el nombre de una enzima que se encarga de descomponer la L-dopa en el organismo. Por lo tanto, los inhibidores de la COMT pueden prolongar el efecto de la L-dopa al inhibir la descomposición de esta sustancia activa. Por ello, los inhibidores de la COMT se administran siempre junto con la L-dopa.
- Anticolinérgicos: Estos fármacos no influyen directamente en el equilibrio de la dopamina. Su efecto se basa en la inhibición del neurotransmisor acetilcolina hiperreactivo en la enfermedad de Parkinson. De este modo, se puede conseguir una ligera mejora de los síntomas, como la reducción de los temblores y el aumento de la producción de saliva. Las personas mayores no suelen tolerar los anticolinérgicos, por lo que estos fármacos se utilizan principalmente en pacientes jóvenes.
Estimulación cerebral profunda (ECT)
En la estimulación cerebral profunda, se implanta quirúrgicamente en el paciente de Parkinson un generador de impulsos (también llamado marcapasos cerebral) que estimula eléctricamente determinadas zonas del cerebro (núcleo subtalámico, globo pálido o tálamo anterior). La estimulación influye en la actividad del área cerebral, lo que puede conducir a una mejora de los síntomas del síndrome de Parkinson. La estimulación cerebral profunda es el procedimiento quirúrgico más común para la enfermedad de Parkinson.
Con el tHS se consiguen buenos resultados contra las desfasajes (fases de inmovilidad completa) y las discinesias (sobremovimientos). El temblor (en reposo) puede mejorar mediante la estimulación eléctrica del tálamo (un núcleo nervioso específico del cerebro).
La operación sólo se realiza en unos pocos centros altamente especializados.
Medidas personales
- Obtenga información de los médicos y de las asociaciones de Parkinson sobre la enfermedad.
- La actividad física regular puede ayudarle a mantenerse lo más saludable posible. La fisioterapia, la terapia ocupacional y los deportes de resistencia ligera son muy recomendables.
- En muchos casos, los pacientes con Parkinson comen y beben poco porque les resulta difícil comer debido a la incapacidad motora y tienden a evitar ir al baño. Por lo tanto, debe prestarse especial atención a una dieta equilibrada y a una ingesta suficiente de líquidos. Los preparados de dopamina no deben tomarse junto con una dieta rica en proteínas, ya que entonces el principio activo se absorbe menos fácilmente en los intestinos.
- En el caso de síntomas como el llamado congelamiento (el paciente apenas puede moverse durante esta fase), los estímulos visuales en el suelo, como las huellas pegadas en el suelo, ayudan. Los dispositivos de ritmo acústico también mejoran la situación.
- No se debe instar a los pacientes de Parkinson a que se apresuren, ya que esto prolonga, en lugar de acortar, la fase de congelación.